Nos encontramos en una era marcada por los datos y la inteligencia artificial, impulsada por un extraordinario (y en ocasiones imponente) avance tecnológico. Una realidad que alcanza ya no solo a las empresas e instituciones, sino también a un usuario inmerso en el mundo digital y que cada vez es menos ajeno a los procesos en los que las máquinas toman gran parte del poder.
Lo que comenzó como sistemas de recomendación de productos en función de las preferencias de los usuarios, son ahora complejos sistemas de inteligencia artificial que conocen los gustos y comportamientos de los consumidores con un detalle hasta ahora impensable y que van mucho más allá de los algoritmos marketeros más tradicionales.
Al igual que sucede con la mayoría de los avances tecnológicos que suponen un cambio de gran magnitud en los procesos, las preguntas que plantea la inteligencia artificial no son pocas. Cuestiones que engloban la confianza, la seguridad y el temor a ser reemplazados por máquinas son algunos de los temas más recurrentes a la hora de hablar de IA.
Tal y como explica un artículo de TechTaks, las reacciones de los usuarios ante esta revolución tecnológica van desde el rechazo más tajante hasta la férrea convicción de que los humanos y las máquinas se encuentran condenados a entenderse. Al depender de un gran número de aplicaciones en nuestra vida diaria, es obvio que ya hemos elegido el camino de la simbiosis con la automatización.
Sin embargo, el uso indebido de la inteligencia artificial lleva a los usuarios a desconfiar de las máquinas. Esta realidad, acompañada de la desinformación, forman los cimientos de un usuario escéptico ante un futuro cada vez más tecnológico.
La seguridad de los datos ofrecidos por el usuario, que abarca su registro, transformación y distribución, se ha visto ensombrecida en los últimos a medida que la tecnología avanzaba, situándose como uno de los temas fundamentales a solucionar de cara a alcanzar la cooperación digital entre el hombre y la máquina.
Tanto para el avance de la inteligencia artificial como para su adopción completa por parte los profesionales y del usuario final la clave radicará en el aprendizaje. De esta manera, será vital que el usuario no solo se interese por el resultado final e inmediato que ofrece la IA, sino también por el proceso que se encuentra detrás de ese resultado.
Entre las claves para aumentar la confianza y credibilidad, se encuentra la comunicación transparente que muestre los posibles riesgos, así como un diseño cuidado para el usuario, un aspecto que será esencial en el proceso. Los aspectos visuales serán capaces de reducir el mal uso, generar confianza y contribuir al aprendizaje bidireccional humano-máquina.
Colaboración: www.marketingdirecto.com