Sin paños calientes: la gente odia la publicidad
Mientras los anunciantes invierten miles de millones de dólares en publicidad, los consumidores dedican buena parte de su tiempo tratando de regatear los omnipresentes anuncios.
Puede que el ego de dimensiones absolutamente colosales de los publicitarios sea completamente ajeno a esta (lóbrega) realidad, pero lo cierto es que la gente odia la publicidad (o hace al menos todo lo posible para sortearla).
Mientras los anunciantes invierten miles de millones de dólares en publicidad, los consumidores dedican buena parte de su tiempo tratando de regatear los omnipresentes anuncios.
Los números hablan por sí solos. Ocho de cada diez personas tildan de molesta de la publicidad, quizás porque los publicitarios andan eternamente enfrascados en debates sobre las tendencias de más rabiosa actualidad y no fijan, por el contrario, la mirada en el consumidor, que debería ser su estrella polar.
Hay a todas luces una preocupante brecha entre publicitarios y consumidores. En un artículo para Forbes Avi Dan disecciona las razones por las que la gente detesta la publicidad:
1. Lo publicidad no es digna de la confianza del consumidor
El 96% de la gente no cree que los anuncios que llegan a sus ojos sean de verdad confiables. Parece, por lo tanto, que los consumidores no confían en la publicidad (y tienen razones para no hacerlo).
No en vano, la de publicitario es una de las profesiones menos valoradas. Solo el 10% de la gente aprueba el trabajo de los publicitarios. Se trata de un porcentaje que está solo ligeramente por encima del arrojado por profesiones particularmente odiadas como los vendedores de coches, los trabajadores de telemarketing y los políticos.
2. La fatiga publicitaria es insoportable
En Estados Unidos los consumidores están expuestos a diario a una media de entre 4.000 y 10.000 anuncios. La mayor parte de esos anuncios son meramente ruido (absolutamente ensordecedor) para el consumidor, que no necesita apoyarse realmente en la publicidad para tomar decisiones de compra.
De todas formas, el volumen (salido de madre) de anuncios con que es confrontado a diario el consumidor no es el único problema que lastra a la industria publicitaria. La publicidad se está tornando también cada vez más intrusiva gracias a los avances en tecnología y «data science».
3. La publicidad era antes parte de la cultura popular, ahora lo es cada vez menos
El auge de la tecnología ha contribuido a la caída en desgracia de la publicidad, que estaba otrora firmemente anclada en la cultura popular y ahora está atrapada en un círculo vicioso de trivialidad.
Campañas como «Think Small» de Volkswagen o «1984» de Apple dejaron una huella indeleble en las retinas del consumidor y alimentaron vorazmente sus conversaciones. Pocos anuncios logran hoy el mismo efecto. El rol de la publicidad en la cultura popular es preocupantemente menguante.
4. Los anuncios se han olvidado de vender
David Ogilvy reconoció una vez que el 99% de la publicidad no vendía nada. Y lo cierto es que el legendario publicitario británico estaba en lo cierto. Hoy en día la mayor parte de los anuncios son totalmente huérfanos de eficacia (en buena medida porque se han olvidado de vender).
Para vender la publicidad puede y debe informar al consumidor de los beneficios que una marca o un producto en particular puede aportar a su vida para provocar en él una respuesta lo más visceral posible. Sin embargo, en la actualidad la mayor parte de los anuncios no agasajan al consumidor con información sobre la manera en que un determinado producto puede satisfacer adecuadamente sus necesidades o solventar sus problemas.
5. La publicidad ya no entretiene al consumidor
La respuesta emocional del consumidor a la publicidad tiene una influencia de primer orden en su disposición a comprar los productos o servicios promocionados. Y para despertar emociones en el consumidor la publicidad debe estar necesariamente entreverada de entretenimiento, algo que brilla lamentablemente por su ausencia en la mayor parte de los anuncios.
6. La relevancia se ha diluido por completo en la publicidad
Según un reciente informe de Statista, el 51% de los consumidores se sienten importunados por los anuncios que no resultan relevantes para ellos.
Para el consumidor es de vital importancia que la publicidad sea útil, clara y relevante y que le mueva a la acción. No obstante, hoy en día buena parte de los anuncios no comprenden de una manera realmente holística al consumidor, que se siente alienado y no entiende adecuadamente cómo un determinado producto puede aportar beneficios a su vida.
7. A la publicidad le crece la nariz en lo referente al propósito
En los tiempos que corren cada vez más marcas se suben al carro del propósito con el último objetivo de jactarse de su compromiso social y medioambiental (que no siempre es tan refulgente como lo pinta la publicidad).
Espoleado en buena medida por la publicidad (donde abundan las palabras y escasean las acciones), el propósito de las marcas se está lamentablemente devaluando.
Colaboración: www.marketingdirecto.com